Desarrollo de habilidades sociales en la etapa infantil

El desarrollo de habilidades sociales en niños pequeños es fundamental para su crecimiento emocional, cognitivo y social. Estas habilidades, que incluyen la capacidad de interactuar, colaborar y mostrar respeto hacia los demás, son esenciales para su desarrollo integral. Durante la primera infancia, los niños comienzan a formar las bases de cómo se relacionarán con el mundo, aprenden a interactuar con los demás, comprender emociones y formar relaciones saludables, competencias esenciales para desenvolverse en la sociedad, las cuales impactarán directamente en su bienestar. Este artículo aborda la importancia de las habilidades sociales, estrategias para fomentarlas y actividades específicas para promoverlas.

Habilidades sociales en niños: una necesidad esencial

Las habilidades sociales permiten a los niños construir relaciones saludables, resolver conflictos y navegar en diferentes entornos sociales. Estas competencias desarrollarán la empatía, la comunicación efectiva, la cooperación, el trabajo en equipo y el manejo de las emociones en los más pequeños. En su estudio sobre el desarrollo infantil, Berk (2021) resalta que las habilidades sociales son determinantes en el futuro de los niños, tanto en la escuela como en su vida personal y profesional.

Además, estas habilidades están profundamente conectadas con el desarrollo emocional. Según Goleman (1995), los niños que aprenden a identificar y regular sus emociones tienden a ser más resilientes y a manejar mejor los desafíos. Por otro lado, aquellos que carecen de habilidades sociales adecuadas pueden enfrentar dificultades como aislamiento social, baja autoestima y conductas disruptivas.

Estrategias para fomentar las habilidades sociales en niños

A continuación, presentamos algunas estrategias para desarrollar habilidades sociales:

1. Modelar comportamientos positivos: Los niños aprenden observando. Padres y maestros debemos actuar como modelos de respeto, paciencia y empatía. Por ejemplo, cuando los adultos se disculpan o resuelven conflictos de manera calmada, enseñan a los niños cómo abordar situaciones similares.

2. Fomentar el juego colaborativo: el juego es una herramienta poderosa para el aprendizaje social. Actividades grupales, como construir algo juntos o participar en juegos de mesa, enseñan habilidades como compartir, turnarse y trabajar en equipo.

3. Enseñar resolución de conflictos: es inevitable que los niños enfrenten desacuerdos. Los adultos pueden guiarlos hacia soluciones positivas. Por ejemplo, si dos niños discuten por un juguete, podemos preguntarles: “¿Cómo creéis que podéis resolver esto para que ambos estéis bien?” Esto fomenta el pensamiento crítico y la negociación.

4. Promover la empatía: la empatía es esencial para relaciones saludables. Actividades como leer cuentos que aborden emociones o discutir cómo se siente otro niño en una situación específica ayudan a los pequeños a desarrollar esta habilidad.

5. Crear rutinas y reglas claras: las rutinas y hábitos ofrecen a los niños un marco de referencia para comportarse. Por ejemplo, establecer normas como esperar su turno para hablar o respetar las ideas de los demás promueve un ambiente de respeto y cortesía.

Actividades de habilidades sociales para fomentar la interacción y el respeto

1. Juego de roles: el juego de roles permite a los niños practicar situaciones sociales en un entorno seguro. Por ejemplo, pueden simular que están en una tienda o en una consulta médica, lo que les ayuda a entender normas sociales y practicar habilidades como saludar y expresar gratitud.

2. El rincón de las emociones: crea un espacio donde los niños puedan explorar y expresar sus emociones a través de dibujos, palabras o gestos. Esta actividad fomenta el reconocimiento emocional y la comunicación efectiva.

3. Juegos cooperativos: organizar actividades donde los niños trabajen juntos para alcanzar un objetivo común, como armar un rompecabezas o construir una torre, les enseña la importancia del trabajo en equipo y el respeto mutuo.

4. Lectura de cuentos basados en valores: los cuentos infantiles que abordan temas como la amistad, el respeto y la empatía son herramientas útiles. Después de leer, se pueden plantear preguntas como: “¿Qué hizo el personaje para ayudar a su amigo?” Esto incentiva la reflexión y la discusión.

5. Proyectos artísticos en grupo: actividades como pintar un mural o construir una maqueta en equipo fomentan la colaboración, la escucha activa y la valoración de las ideas de los demás.

El Rol de los adultos en el desarrollo social infantil

Tanto los padres como los maestros juegan un papel crucial en el desarrollo de habilidades sociales en niños pequeños. Algunos consejos prácticos que podemos ofrecer son:

  • Brindar un ambiente afectivo y seguro donde los niños se sientan valorados.
  • Reconocer y reforzar comportamientos positivos, como compartir o ayudar a un compañero.
  • Ser pacientes y consistentes al enseñar normas y establecer límites.

Beneficios del desarrollo de habilidades sociales

Los niños que adquieren habilidades sociales desde temprana edad se convertirán en adultos emocionalmente maduros y con una buena capacidad de gestión de conflictos. Algunos beneficios incluyen:

  • Relaciones interpersonales más sólidas y saludables.
  • Mayor capacidad para manejar el estrés y las emociones negativas.
  • Desempeño favorable en entornos académicos y laborales.
  • Desarrollo de habilidades de liderazgo y trabajo en equipo.

Un estudio realizado por Denham et al. (2003) encontró que las habilidades sociales adquiridas en la infancia predicen competencias sociales y emocionales en la adultez.

Conclusión

El desarrollo de habilidades sociales en niños pequeños es esencial para su desarrollo integral y crecimiento futuro. A través de estrategias como el modelado de comportamientos positivos, el juego colaborativo y la empatía, los padres y educadores guiarán y ayudarán a los niños a convertirse en personas maduras e íntegras.
Incorporar actividades que promuevan habilidades sociales en su día a día no solo les ayudará a interactuar con los demás, sino que también les enseñará valores fundamentales como el respeto y la cooperación.

Bibliografía

Berk, L. E. (2021). Development through the lifespan (7th ed.). Pearson.

Denham, S. A., Blair, K. A., DeMulder, E., Levitas, J., Sawyer, K., & Auerbach-Major, S. (2003). Preschool emotional competence: Pathway to social competence? Child development, 74(1), 238-256. https://doi.org/10.1111/1467-8624.00533

Goleman, D. (1995). Inteligencia emocional. Barcelona: Kairós.

Saarni, C. (1999). The Development of emotional competence. Guilford Press.

Escuela Infantil Jesús-María La Providencia

La ansiedad en la adolescencia: cómo detectarla y gestionarla

La adolescencia es una etapa de grandes cambios físicos, emocionales y sociales. Estos cambios, aunque naturales, pueden generar una gran cantidad de presión en los jóvenes, llevando a muchos a enfrentar desafíos psicológicos como la ansiedad. La ansiedad es una respuesta emocional normal ante situaciones de estrés, pero cuando esta respuesta se vuelve excesiva o desproporcionada, puede convertirse en un trastorno. Es fundamental que tanto padres como educadores reconozcan los signos de ansiedad en los adolescentes y sepan cómo abordarla de manera eficaz.

¿Qué es la ansiedad en adolescentes?

La ansiedad es una emoción caracterizada por sentimientos de preocupación, miedo o aprensión ante situaciones futuras. En los adolescentes, la ansiedad puede manifestarse de diversas maneras, tanto a nivel físico como emocional. La adolescencia es un periodo de constante adaptación a nuevas experiencias, como la pubertad, los estudios, las relaciones interpersonales y las expectativas sociales. Si bien la ansiedad ocasional es una reacción natural frente a estos retos, la ansiedad crónica o desproporcionada puede interferir gravemente con la calidad de vida del joven.

Señales de ansiedad en adolescentes

Detectar la ansiedad en los adolescentes no siempre es fácil, ya que los jóvenes pueden tener dificultades para expresar lo que sienten. Sin embargo, existen varios signos que pueden indicar que un adolescente está luchando con la ansiedad:

  1. Síntomas emocionales: Los adolescentes con ansiedad pueden experimentar miedos intensos o preocupaciones excesivas, incluso cuando no hay una amenaza real. Estos miedos pueden estar relacionados con aspectos académicos, sociales o familiares. Pueden sentir que no están a la altura de las expectativas o temer que algo malo suceda.

  2. Cambios de comportamiento: Los jóvenes ansiosos pueden volverse más irritables, introvertidos o evitar situaciones que antes disfrutaban. Pueden mostrar desinterés en actividades cotidianas o manifestar un deseo constante de estar solos.

  3. Síntomas físicos: La ansiedad también puede manifestarse a través de dolores de cabeza, molestias gastrointestinales, insomnio o fatiga constante. Estos síntomas físicos no tienen una causa médica aparente, lo que puede confundir tanto a padres como a profesionales.

  4. Dificultades académicas: El miedo a no cumplir con las expectativas académicas puede generar un estrés excesivo. Esto puede llevar a una disminución en el rendimiento escolar, problemas de concentración y falta de motivación.

  5. Cambios en las relaciones sociales: Los adolescentes ansiosos pueden evitar interacciones sociales, mostrar dificultades para establecer relaciones de amistad o tener miedo al rechazo. La presión por cumplir con normas sociales puede resultar abrumadora.

La ansiedad y su relación con la depresión

La ansiedad y la depresión son dos trastornos emocionales que suelen coexistir. Aunque son condiciones distintas, comparten características y pueden agravarse mutuamente. Un adolescente que sufre de ansiedad puede, con el tiempo, desarrollar depresión si no recibe el apoyo adecuado. A menudo, la ansiedad surge de una sensación constante de incertidumbre o incapacidad para afrontar el estrés, lo que puede llevar a una baja autoestima, desesperanza y desinterés por actividades placenteras, síntomas característicos de la depresión.

Es importante que tanto padres como educadores comprendan que la ansiedad no solo afecta el bienestar emocional del joven, sino que puede tener un impacto negativo en su desarrollo general. La ansiedad crónica puede interferir con la capacidad de disfrutar de la vida, mantener relaciones saludables e incluso afrontar los desafíos cotidianos.

Posibles soluciones ante la ansiedad en adolescentes

Afortunadamente, existen diversas estrategias y soluciones para abordar la ansiedad en adolescentes. La clave es identificar el problema a tiempo y aplicar métodos efectivos para gestionarlo. Algunas de las soluciones más recomendables incluyen:

1. Fomentar un entorno de apoyo emocional

El primer paso para ayudar a un adolescente con ansiedad es crear un entorno en el que se sienta seguro para expresar sus emociones. Los padres y educadores deben estar atentos a las señales de ansiedad y demostrar empatía, comprensión y paciencia. Es importante que el joven sepa que puede hablar sobre sus preocupaciones sin ser juzgado.

2. Fomentar hábitos de vida saludables

El ejercicio regular, una dieta equilibrada y un sueño adecuado son fundamentales para la salud mental. El ejercicio físico no solo mejora la salud en general, sino que también ayuda a reducir el estrés y la ansiedad. Actividades como caminar, correr o practicar yoga son especialmente útiles para calmar la mente.

3. Entrenamiento en habilidades de afrontamiento

Los adolescentes pueden aprender técnicas específicas para manejar el estrés y la ansiedad. Algunas de las más efectivas incluyen:

  • Técnicas de respiración: Ejercicios de respiración profunda pueden ayudar a reducir la tensión y la ansiedad al promover la relajación.

  • Mindfulness y meditación: Practicar mindfulness o meditación puede ayudar a los jóvenes a enfocarse en el presente y a reducir los pensamientos ansiosos relacionados con el futuro.

  • Reestructuración cognitiva: Ayudar a los adolescentes a identificar y desafiar pensamientos irracionales o catastróficos puede ser clave para reducir la ansiedad. Esto implica reemplazar pensamientos negativos con pensamientos más realistas y equilibrados.

4. Buscar apoyo profesional

En algunos casos, la ansiedad puede requerir la intervención de un profesional de la salud mental. Los psicólogos y psiquiatras pueden trabajar con los adolescentes para identificar la causa subyacente de su ansiedad y aplicar tratamientos específicos. La terapia cognitivo-conductual (TCC) es una de las formas de terapia más eficaces para tratar la ansiedad. Además, en algunos casos, pueden ser necesarios medicamentos ansiolíticos o antidepresivos, siempre bajo la supervisión de un médico.

5. Establecer límites y expectativas realistas

Es importante que los adolescentes no se sientan presionados a cumplir con expectativas poco realistas. Los padres y educadores deben ser conscientes de las cargas emocionales y académicas que pueden estar imponiendo, y deben ser flexibles en cuanto a las metas y plazos.

6. Fomentar la conexión social

Los adolescentes deben ser alentados a mantener relaciones sociales saludables. Las amistades son una fuente de apoyo y pueden ser un antídoto eficaz contra la ansiedad. Fomentar la participación en actividades grupales o clubes puede ser una excelente manera de reducir la sensación de aislamiento.

7. Crear un ambiente de comunicación abierta

Los adolescentes deben sentirse cómodos hablando sobre sus emociones y problemas. Fomentar una comunicación abierta entre padres, maestros y otros adultos de confianza puede prevenir que la ansiedad se convierta en un trastorno crónico.

Conclusión

La ansiedad en los adolescentes es un reto significativo tanto para los jóvenes como para sus familias y educadores. Sin embargo, con la detección temprana y las estrategias adecuadas, es posible ayudar a los adolescentes a gestionar y superar la ansiedad. Crear un entorno de apoyo, promover hábitos saludables, enseñar técnicas de afrontamiento y, en casos necesarios, buscar ayuda profesional, son pasos clave para apoyar a los jóvenes en este proceso. Además, es crucial entender la relación entre la ansiedad y la depresión, ya que ambos trastornos pueden estar interrelacionados y requieren un enfoque holístico para su tratamiento. Con el apoyo adecuado, los adolescentes pueden aprender a manejar su ansiedad de manera efectiva y continuar su desarrollo emocional de manera saludable y equilibrada.

Colegio Jesús-María Fernando el Católico

¿Cómo es el desarrollo psicosocial en niños de 0 a 3 años?

El desarrollo psicosocial infantil, o también conocido como afectivo-social, es la incorporación de los niños a la sociedad en donde viven, lo que supone formar vínculos afectivos a través de los cuales aprenden normas, valores y costumbres. Se trata de un viaje fascinante y complejo que comienza desde el nacimiento y se extiende hasta la primera infancia. Durante estos primeros años, los cimientos del bienestar emocional y social del niño se establecen de manera crucial, siendo la familia el primer agente de socialización. 

Este período crítico es conocido por ser fundamental para el desarrollo psicológico en la niñez, el cual repercute en el progreso del resto de áreas, como la cognitiva o la física. Por tanto, como padres y educadores, nos interesa conocer los distintos aspectos que influyen en la formación de la personalidad de los niños, explorando las etapas clave de su desarrollo. 

Desarrollo psicológico en la niñez

El desarrollo psicológico infantil abarca aspectos emocionales y sociales, moldeando la base de la personalidad del niño. Durante estos años cruciales, los niños comienzan a comprender y expresar sus emociones, aprendiendo a relacionarse con los demás de manera efectiva. Dentro del periodo 0-3, destacan las siguientes fases (Palacios, Marchesi y Coll, 1990):

  1. Exploración Emocional (0-1 año): En los primeros meses de vida, los bebés comienzan a reconocer las expresiones faciales y a responder a las emociones de quienes los rodean. La conexión emocional con los cuidadores es fundamental para el desarrollo de una base emocional segura.
  2. Desarrollo del Vínculo Social (1-3 años): Durante este período, los niños comienzan a formar vínculos más sólidos con sus padres, cuidadores y otros niños. La capacidad de compartir, tomar turnos y mostrar empatía comienza a emerger, sentando las bases para futuras relaciones sociales saludables.

El apego

Como hemos mencionado anteriormente, el niño comienza a establecer conexiones sociales con los adultos más cercanos, los padres, a través de distintas estrategias de comunicación. Estas conexiones que se forjan desde el nacimiento producen vínculos duraderos e intensos que forman el apego (López et al., 2005). Según el grado de interacción entre el adulto y el niño, la seguridad en la relación y la influencia del contexto, se podrá dar un tipo de apego u otro, distinguiendo entre (Bowlby, 1969):

Apego seguro Cuando la figura de apego está presente, los niños muestran conductas exploratorias adecuadas. 
Apego inseguro evitativo Estos niños no buscan el contacto y la proximidad hacia su figura de apego. Se caracterizan por una elevada conducta exploratoria del entorno.
Apego inseguro ambivalente Estos niños son incapaces de utilizar la figura de apego como una base segura a partir de la cual explorar. 
Apego inseguro desorganizado Normalmente presentan conductas de temor hacia la figura de apego, mostrándose aturdidos con su presencia. 

 

Por lo tanto, para poder entender las relaciones y vínculos que se producen en estas edades, vamos a explicar las etapas más relevantes del desarrollo psicosocial.

Etapas del Desarrollo Psicosocial infantil

Erik Erikson (1974) formuló el desarrollo de la personalidad como la solución de diferentes crisis emocionales que se presentan en el individuo, procedentes de las demandas que la sociedad asigna a cada edad. El desarrollo del niño depende de las relaciones sociales que establece para dar respuesta a tales demandas. Este especialista distingue ocho estados importantes, de los cuales abordaremos tres de ellos por pertenecer a la etapa de Educación Infantil. Estos son:

  1. Confianza vs. Desconfianza (0-1 año): Durante el primer año de vida, los bebés dependen en gran medida de sus cuidadores para satisfacer sus necesidades básicas. La forma en que los padres responden a estas necesidades influye en el desarrollo de la confianza del niño. Si las necesidades se satisfacen de manera consistente, el niño desarrolla una sensación de confianza en su entorno y en las personas que lo rodean. Por el contrario, si las respuestas son inconsistentes o ausentes, puede surgir la desconfianza.
  2. Autonomía vs. Vergüenza y Duda (1-3 años): Durante esta etapa, los niños comienzan a explorar su entorno y a desarrollar habilidades de independencia. Permitirles tomar decisiones simples y realizar tareas básicas contribuye a la formación de una sensación positiva de autonomía. Sin embargo, la sobreprotección o la crítica excesiva pueden llevar a la vergüenza y la duda en las propias habilidades del niño.
  3. Iniciativa vs. Culpa (3-6 años): Los niños progresan desde el autocontrol hasta la capacidad para iniciar y llevar a cabo acciones. Las actitudes de los cuidadores desanimándolos pueden hacer que los niños tengan sentimientos de inadecuación o culpa.

En conclusión

El desarrollo psicosocial en los niños de 0 a 3 años es un proceso dinámico que sienta las bases para el bienestar emocional, afectivo y social a lo largo de la vida. Padres y educadores debemos comprender cómo surge y evoluciona, para ofrecer experiencias y herramientas efectivas que favorezcan a los pequeños en su desarrollo integral. 

En Jesús-María apostamos por una educación de calidad y con unos cimientos basados en la atención, el afecto y el respeto necesarios para formar personas competentes y autónomas en la sociedad del mañana. 

Bibliografía

  • Bowlby, J. (1969). Attachment and loss. (OKS Print.) New York: Basic Books.
  • Erikson, E. (1974). Identidad, Juventud y Crisis. Buenos Aires: Editorial Paidós.
  • López, F., Etxebarria, L., Fuentes, M.J. y Ortiz, M.J. (2005). Desarrollo afectivo y social. Madrid: Ediciones Pirámide.
  • Palacios, J., Marchesi, A. y Coll, C. (1990). Desarrollo psicológico y educación. Psicología evolutiva. Vol I. Madrid: Alianza. 

Escuela Infantil Jesús-María La Providencia

Jesús-María corre este 2025 en beneficio a los damificados por la DANA en Valencia

Conoce como desde el Colegio Jesús-María de Murcia van a organizar una carrera solidaria dónde todo el beneficio recaudado se destinará a la DANA.

Transición ecológica en Jesús María

Uno de los puntos fundamentales de la Misión de la Congregación de Jesús-María es ayudar al desarrollo integral de cada persona a través de una educación caracterizada por la apertura al mundo, integrada en la realidad social y cultural de nuestro tiempo y medio ambiente, capaz de construir una nueva sociedad, más justa, solidaria y comprometida con el cuidado de la «Casa Común».

Por ello hemos iniciado una transición ecológica que consiste en la instalación de placas solares en muchos de los edificios en los que Jesús-María tiene representación en España.

Hemos recibido un ayudas para nuestro proyecto de autoconsumo con el objetivo de conseguir una economía más limpia y sostenible.

Proyecto acogido al programa de incentivos ligados al autoconsumo y almacenamiento, con fuentes de energía renovable, así como a la implantación de sistemas térmicos renovables en el sector residencial en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, financiado por la Unión Europea- NextGenerationEU.

Este proyecto entra dentro del componente C7:l1 ACTUACIÓN DE GENERACIÓN CON ENERGÍA RENOVABLE del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.

 

Centro Educativo Jesús-María García Noblejas:

 

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Centro Educativo Jesús-María Fernando el Católico:

 

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Centro Educativo Jesús-María Caridad del Cobre:

 

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Alexia Sánchez del Colegio Jesús María gana el XVI Concurso de Cuentos de Navidad de la Concejalía de Educación

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