La etapa de educación infantil tiene como finalidad cubrir las necesidades físicas, afectivas, intelectuales y sociales mediante una pedagogía que respete el proceso de aprendizaje y de madurez personal.
Jesús María ofrece un ambiente cálido y seguro. Desde la escuela proporcionamos a nuestros alumnos más pequeños experiencias ajustadas a sus capacidades y habilidades para que se vayan desarrollando de manera integral.
Queremos que nuestro alumnado sea capaz de formarse una imagen positiva de sí mismo y que tenga la posibilidad de relacionarse con los otros. Se trabaja la adquisición de valores y de hábitos que favorezcan la autonomía personal y la integración en la sociedad, a través de una metodología activa y con el apoyo de las nuevas tecnologías.
Desde siempre, nuestra tradición pedagógica tiene como prioridad la educación en valores humanos y cristianos, y la relación familia-escuela.
Somos centros abiertos al mundo, a la realidad social y cultural de nuestro tiempo y entorno, capaces de construir una sociedad diferente, más justa, solidaria y comprometida con la creación.
Tenemos un estilo sencillo y acogedor en el que favorecemos el trabajo en equipo y la confianza.
Nos inspiramos en una pedagogía basada en el amor, la bondad, la atención a cada persona y la prevención educativa.
La etapa de educación infantil comprende de los 0 a los 6 años y se divide en dos ciclos: de 0 a 3 y de 3 a 6 años.
En estos seis primeros años de vida se desarrollan habilidades motoras, sociales y cognitivas. Según Piaget las etapas del desarrollo infantil se dividen en periodos de tiempo y definen el momento y el tipo de habilidad intelectual que un niño/niña desarrolla según la fase cognitiva en la que se encuentra.
– Desarrollo psicomotor: en esta etapa tiene gran importancia el desarrollo de las destrezas motoras (motricidad fina y gruesa) y la coordinación óculo-manual.
– Desarrollo mental, cognitivo y del lenguaje: en sus primeros años de vida se produce un desarrollo de la inteligencia y capacidades mentales (memoria, razonamiento, resolución de problemas o pensamiento…). La adquisición de las capacidades de comprensión y expresión lingüística se inician desde el nacimiento de bebé. Es un proceso de gran importancia, ya que de él depende el correcto funcionamiento de otras áreas como son la cognitiva, social, emocional y los procesos de autorregulación de la conducta.
Las etapas del lenguaje se dividen en:
– Etapa prelingüística (0 a 12 meses): en el primer año de vida, los sonidos de los bebés avanzan y se reflejan desde las primeras vocalizaciones, como gruñidos y llantos, hasta los arrullos y el balbuceo.
– Etapa holofrásica (12 a 18 meses): el bebé produce su primera palabra alrededor del año, pero el balbuceo continúa unos seis meses más. A partir del año los niños pasan a la etapa de una palabra, pues han aprendido que los sonidos tienen significados y tratan de utilizarlos para comunicarse.
– Etapa de combinación de palabras (18 a 30 meses): la producción e imitación de oraciones es simple. Su vocabulario receptivo es mayor que el productivo.
– Etapa del desarrollo del lenguaje avanzado (a partir de los 30 meses): el lenguaje evoluciona rápidamente y las oraciones se hacen cada vez más complejas y largas. El niño comienza a construir oraciones largas y al llegar a la edad escolar ya comprende frases completas.
– Desarrollo afectivo y de la personalidad: se inicia la socialización a través del colegio y su grupo de amigos, lo que supone la configuración de una personalidad determinada. Además, se lleva a cabo un reconocimiento o autoconocimiento de sí mismo, comenzando por la propia imagen, diferenciado el yo del no-yo, para descubrir al final de esta etapa la existencia de los otros.
La didáctica de la educación infantil consiste en el conjunto de los mejores métodos y técnicas de aprendizaje que se centran en qué y cómo enseñar a los niños menores de seis años.
En Jesús María priorizamos la atención individualizada de cada niño/a, para que adquieran mejor las competencias básicas de esta etapa educativa. Para nosotros, es muy importante que construyan su propia identidad, que tengan una buena imagen de sí mismos controlando sus emociones y que aprendan valores como la empatía.
De este modo, las actividades que planteamos en nuestros centros tienen que servirles para conocer su propio cuerpo y su personalidad, ayudándoles a conseguir una buena socialización entre el grupo de clase, respetando, siempre, las diferencias que existan entre ellos.
Las áreas de la Educación Infantil
– Crecimiento en armonía.
– Descubrimiento y Exploración del Entorno.
– Comunicación y Representación de la Realidad.
Los avances en el campo de la Neurociencia han influido notablemente en el ámbito educativo y familiar. Las investigaciones acerca del cerebro han llegado hasta nuestras escuelas, creando una conciencia positiva de la importancia que tiene la estimulación temprana.
Nuestros colegios de Jesús María, siempre han apostado por la innovación pedagógica y por la mejora continua. Se han implementado programas de desarrollo básico, cuyo objetivo es dotar a los alumnos de una serie de actividades que estimulan su cerebro para adquirir con mayor facilidad los distintos aprendizajes.
Trabajamos la estimulación temprana a través de diversos programas: bits de inteligencia, audiciones musicales, programa de desarrollo básico (arrastre, gateo, braquiación…). Estos programas basados en las fundamentaciones teóricas de Glenn Doman y Loris Malaguzzi, entre otros, se llevan a cabo a diario en las aulas de infantil en diferentes momentos del día, con el fin de favorecer el desarrollo de redes neuronales que permitan la adquisición de posteriores aprendizajes con mayor facilidad.
La búsqueda del potencial de cada niño para favorecer su desarrollo
Áreas que componen el programa de Estimulación Temprana:
– Área Motora
– Área del lenguaje
– Área cognitiva
– Área Social
Interioridad en Educación infantil
En Jesús María hemos visto la necesidad de que nuestros alumnos aprendan a mirar en su interior, a vivir en calma, serenidad, valorando a las personas, el cuidado de la naturaleza… En este camino se implica todo nuestro ser: cuerpo, afectividad, sentimientos, comportamientos, experiencia, relación, trascendencia
Entendemos por interioridad la parte no material de la persona: todo aquello que piensa, siente y experimenta dentro de sí. Llegar a entender que la persona no solo vive inmersa en un entorno, un mundo que tiene que conocer, sino que también existe otro mundo mucho más cercano en el que ha de adentrarse: SU MUNDO INTERIOR.
El niño debe tener la oportunidad de recogerse, de dirigir la mirada hacia su interior; de gozar de momentos de paz, de soledad y de recogimiento. Todo esto se puede trabajar desde cualquier credo.
Podemos decir que todos tenemos una dimensión corporal (nuestro cuerpo, nuestro instinto), una dimensión afectiva – emocional (sentimientos), una dimensión racional – cognitiva (ideas y pensamientos) y la dimensión trascendental. Lo que diferencia una dimensión de otra es el objetivo que queremos trabajar, pues no son compartimentos estancos, sino que hay una conexión entre las cuatro y el fin último es el mismo. Si, además, como en nuestro caso, hablamos de una escuela cristiana, educar la interioridad es una gran posibilidad para facilitar el encuentro con ellos mismos, con los demás y con Dios.
Queremos que los niños entren en la profundidad de su vida, haciendo que se atrevan a pasar por el corazón y la cabeza sus inquietudes, sus vivencias, su historia, y lleguen a expresar su propia experiencia de fe.
La disciplina positiva aplicada en el aula y en la escuela enseña al docente a llevar a cabo un plan de desarrollo socioemocional que permite desarrollar actitudes y habilidades, reduciendo las luchas de poder y el «mal comportamiento». Se pretende acompañar emocionalmente a los alumnos, marcar los límites de manera respetuosa y tener una caja de herramientas para fomentar el respeto mutuo en el aula. Esto servirá para llevar a cabo una educación emocional de manera transversal en todas las áreas, como base para la adquisición de aprendizajes académicos.
En Jesús María, el trabajo de las emociones es muy importante: identificarlas, poner palabras a lo que sentimos, escuchar y dialogar para resolver conflictos, expresar qué necesitamos para estar bien… Todo forma parte del bienestar y la convivencia.
El aprendizaje emocional está presente día a día y en todo momento: cuando conversamos, cuando jugamos, cuando hacemos fila, cuando nos peleamos, cuando comemos, cuando hacemos dinámicas y, también, cuando leemos cuentos.
Colegio Jesús-María Claudina Thévenet