Madrid, 28 de noviembre 2024
Queridos compañeros de camino, familias y amigos:
Otro año más la Liturgia nos recuerda y nos lleva a nuestros orígenes, a nuestras raíces. La Encarnación, como Misterio privilegiado que manifiesta la ternura y vulnerabilidad de un Dios que se hace historia con nosotros, nos invita a mirar cada situación, por compleja que sea, con un prisma diferente.
El Adviento, este tiempo que narra el “salir de Dios” porque desea el encuentro con cada persona, es el tiempo que invita a acoger el Amor que se desborda. Es el exceso de Dios, como dice el Papa Francisco, un desborde inaudito, que nos hace mirar dónde el mundo de hoy y cada persona, necesita este exceso de amor así.
¿No es precioso poder transitar, de esta manera, cada vulnerabilidad que está en cada uno y en el otro? ¿No anima a mirar la fragilidad, la nuestra y la del prójimo, con otra atención y delicadeza? Lucas dice que el Mesías nació en un pesebre, porque en otro sitio, “no había lugar para ellos” (Lc 2,7). Quizá ahora el pesebre sea el símbolo que ha de iluminar cada abrazo de acogida.
El Adviento es una narración. Y como toda narración nos sumerge en ella como protagonistas. Es la narración que cuenta la valentía de Dios que, atravesando la historia, se hace Él mismo parte de ella. Y con esto prepara un camino transitable por toda persona que desea vivir en verdad. Dios pone en juego su creatividad (¿¿¿no es creativo hacerse hombre pudiendo hacer tantas otras cosas???) para que nosotros pongamos en juego la nuestra. Creer en Jesús y su humanidad es creer con una Fe que no busca atajos, sino que afronta la vida, sus preguntas, dificultades y sueños, con los ojos abiertos, cual centinelas, que asumen con responsabilidad lo que les toca vivir.
Dios opera a través de las situaciones y sobre todo a través de las personas. Dios actúa y confía en nosotros, en lo que podemos pensar, planear, dialogar, discutir, inventar, encontrar. Dios está en nuestros procesos, interrogantes, dudas. Dios se hace presente en todos aquellas que nos hacen crecer, porque de manera asertiva y empática nos lanzan a la vida y desean que seamos protagonistas de ella y de sus procesos. Este y no otro, es el amor en exceso. Y lo es porque nos libera, nos sana, nos redime.
Dios, encarnándose, invita de esta manera a transformar un problema en oportunidad. Invita a hacernos caminantes esperanzados, con otros, juntos, confiando. Invita a transmitir, hoy, en la sociedad, el potencial de esta herencia. Confiemos en la Gracia, en el don de cada uno y que cada uno regala si se deja cuidar. Porque estamos llamados hoy, más que nunca a esto: a cuidar y a querer.
Un abrazo enorme de todo el equipo.
Feliz camino. Feliz Adviento.
Josela Gil, rjm
Directora Equipo de Titularidad JM